I
Me llamo Carolina, y contaré como empezó mi relación incestuosa con mi hijo.
Primero me describiré para facilitar la lectura. Soy una mujer de 42 años de edad, morena, pelo negro, alta, y con curvas. Mis tetas aunque algo caída son grandes tengo un grandioso culo. Mi hijo por su parte es un adolescente muy inteligente, y delgado.
Todo empezó cuando mi hijo Pedro al llegar a casa después de clase me contó que su instituto iba a hacer una cena formal madres e hijos y me preguntó si me gustaría ir. Obviamente acepté la invitación, me parecía muy tierno que mi hijo quisiera que fuera con el a aquella cena.
El día de la cena no sabia que ponerme, porque aunque no quería ponerme sexy tampoco quería parecer una monja. Después de un rato buscando en el vestidor y probándome prendas me decidí por un vestido rosa que me llegaba hasta las rodillas, y con un escote no muy sugerente.
Antes de cenar nos hicimos fotos todos juntos, y mi hijo insistió en hacerme una a mí sola. La cena no fue un acto muy interesante, charlas con las madres y poco más.
En la mañana del sábado siguiente a la cena mi marido había madrugado para llevar a mi hijo a su partido de futbol, y yo aproveché para escuchar música y poner a lavar ropa. Me dirigí a la habitación de mi hijo supe enseguida que ya se masturbaba por que un olor a semen inundaba toda la habitación, sin darle importancia empecé a recoger su ropa sucia y al mirar debajo de su cama encontré la foto con la que tanto había insistido en la cena. Al cogerla me llevé la sorpresa de mi vida, pues encima de la foto había semen y todavía caliente. En ese momento me di cuenta de que mi hijo se masturbaba pensando en mi, en su madre.
Después de poner la lavadora no podía dejar de imaginar a mi hijo masturbándose con mi foto. Fui a mi habitación me desnudé y empecé a masturbarme pensando mi propio hijo.
Y para colmo esa misma noche follando con mi marido no podía dejar de pensar en mi hijo, y me corrí pensando en él.
Sabía que estaba mal, lo sabía. Pero llevaba tanto tiempo sin sentirme deseada por ningún hombre, ni siquiera por mi marido que aunque sabia que estaba mal daba rienda suelta a mi imaginación, siempre y cuando no saliera de mi cabeza, pero todo cambió al día siguiente.
Al día siguiente me desperté y fui hacia al baño, al entrar mi hijo estaba en la ducha con la polla dura y masturbándose, al verme intentó coger la toalla para taparse pero algo se apoderó de mi y le dije que no. Cerré la puerta del baño con el pestillo y me acerque a mi hijo.
Me acerqué a él y le cogí la polla, me encantaba, aunque no era muy grande si era gorda y venosa y estaba durísima y muy caliente. Al agarrársela sentía como le palpitaba la polla y aunque me moría de ganas de chupársela me limité a pajearle, el dio un suspiro y levantó los brazos como si le estuvieran robando. Me arrodillé y seguí masturbando a mi hijo hasta que de su polla salieron seis chorros de semen cayendo toda sobre mi mano. En ese momento solo me decía a mi misma ‘’¿Qué he hecho?’’, me levanté, me limpié la mano con agua y salí del baño sin decir nada.
Esa noche no podía dormir, pensaba en la vergüenza, el divorcio, hasta en la cárcel. Muchas preguntas rondaban mi cabeza:’’¿qué he hecho?’’ ‘’¿Cómo se sentirá Pedro?’’ ‘’¿Se lo contará a alguien?’’. Fue sin duda la peor noche de mi vida. Y la mañana siguiente no mejoró la cosa. No era capaz de mirar a mi hijo a los ojos….me sentía muy avergonzada. Por su parte, Pedro no daba ninguna indicación de como se sentía, actuaba con total normalidad.
En el trabajo me fue imposible concentrarme, intentaba pensar o planificar como hablar de lo sucedido con mi hijo cuando llegara a casa, por suerte mi hijo llegaba dos horas después que yo, eso me daría más tiempo para pensar en como manejar la situación.
Por la tarde cuando Pedro llegó a casa le ordené que se sentara conmigo en el sofá, y le explique que lo que había pasado el día anterior había sido un gran error, que estaba mal y que lo sentía.
Pedro escucho todo lo que tenia que decirle, cuando terminé con la cara más triste que había visto en mi vida me preguntó:’’Mamá…¿quieres decir que no lo volverás a hacer nunca más? Por favor…ha sido lo mejor que me ha pasado en mi vida. Pienso en ello todo el día.’’
Yo estaba muy enfadada, parecía que no había escuchado nada de lo que le había dicho y gritando le dije: ‘’Nunca más pasará y nunca jamás hablaremos de esto’’ y me fui corriendo a mi habitación. No vi a Pedro en lo que quedaba de día y le dije a mi marido que me encontraba mal y que le calentara la cena a Pedro.
Al día siguiente llamé al trabajo para comunicar que no iría por que estaba enferma. Y me pasé la mañana trabajando desde casa y evitando los pensamientos calientes con mi hijo. En un momento de la mañana fui al baño a orinar, y me inundó el recuerdo de la polla de mi hijo en mi mano, y mi mano instintivamente bajo hacia mi coño y empecé a masturbarme hasta terminar corriéndome a chorros.
Aquel día ignoré por completo a mi hijo.
Esa misma noche yo todavía seguía muy caliente, y mientras mi marido dormía me levanté, quería ver a Pedro antes de masturbarme, tal vez para alimentar aún más mi fantasia.
Pedro dormía profundamente en su cama, era tan hermoso y yo debería haber salido de la habitación pero no lo hice. Me acerqué a él, necesitaba volver a sentir su polla. Empecé a acariciar su cuerpo, el se estremecía ero no se despertaba. No fue hasta que toqué su polla que se despertó sobresaltado. Le calmé diciendole: ‘’Soy mamá cariño, tranquilo’’.
Sin decir nada más le quite los pantalones, su polla se puso dura al instante, ‘’no hagas ruido cariño, quiero chupartela’’
Empecé a chupar su polla, me sentía en el mismismo cielo, me gustaba tanto que empecé a hacerlo cada vez más rápido y profundo, a los minutos Pedro me dijo:’’mamá creo que voy a correrme’’
Quería tragármelo todo pero salió tantta leche que no pude retenerla toda en mi boca.
Su cara era de placer total, y mi cara con su leche en mi boca también. Tragué y le dije: ‘’no le cuentes a nadie nada de esto, será nuestro pequeño secreto’’.
Soy Carolina de nuevo, anteriormente conté cómo de la noche a la mañana y sin yo quererlo, mi hijo y yo empezamos una relación que va mucho más allá de una típica relación madre e hijo.
Todo comenzó cuando me di cuenta de que mi hijo fantaseaba conmigo y se masturbaba, y cuando me dejé llevar por la lujuria y le masturbé.
Llevaba ya tres semanas cada noche masturbando y chupándosela a mi hijo, cada vez me enganchaba más a esa droga que era el miembro erecto de mi hijo. Cada noche cuando mi hijo se corría yo iba al baño y me masturbaba pensando en lo que acababa de hacer, y cada vez que me corría no podía dejar de sentirme sucia, y la peor persona, pero cada noche volvía a entrar a la habitación de mi hijo para seguir alimentando su fantasía y también mi lujuria.
Sin embargó tras esas tres semanas sucedió algo que yo no esperaba y que podría ocasionar problemas.
Una madrugada mientras estaba en la habitación de mi hijo y mi lengua recorría de arriba abajo su miembro sentí como con su mano apretó uno de mis pechos. Aunque yo llevaba un camisón pude sentir como mi hijo apretaba mi pecho, y me di cuenta que en esas tres semanas mi hijo no me había tocado así…en realidad nunca me había tocado de una manera tan sensual. Se recreaba con cada caricia que me daba, con cada apretón, podía ver su cara de placer, y era distinta a la que le salía cuando yo se la chupaba, esta vez estaba disfrutando de mi mamada y de tocarme. Y aunque hasta ese momento, para mi esas noches eran solo un juego sexual…se convirtió en algo más serio…me atraía mi hijo y no solo la situación.
Paré, el darme cuenta de que esto se salía de control, de que mi hijo me atraía y yo atraía a mi hijo, tuve que parar.
—¿Qué pasa mamá…te has enfadado?
—Me has tocado una teta— no sabía que decir— nunca lo habías hecho.
—Lo siento mamá…¿está mal?
Me levanté de la cama —mañana hablamos cariño, descansa.
Tenía que pensar en lo que había pasado, sé que solo me había tocado un pecho, pero aún así la forma en que lo hizo y su cara me decían que no me veía como su madre, me veía como una mujer. Y yo a el como un hombre.
Con todos los pensamientos que estaba teniendo en mi cabeza no podía acostarme al lado de mi marido, me avergonzaba. Así que bajé al salón, me serví una copa y me senté en el sofá a pensar. Sé que parece ridículo, ya le hacía sexo oral a mi hijo, pero si permitiera que me tocara él, que me diera placer, significaría que le aceptaba como hombre. Y no sabía si estaba realmente preparada para eso, tampoco sabía si seriamos capaces de parar antes de que fuera demasiado lejos, aunque ya lo fuera y sobre todo, ¿sería capaz de guardar nuestro secreto?
Sumida en mis pensamientos me asustó la presencia de Pedro, estaba parado en la puerta del salón —¿estás bien mamá? — preguntó algo preocupado. —¿He hecho algo malo?
—No cariño, no has hecho nada malo. Ven, siéntate a mi lado, vamos a hablar.
Se sentó a mi lado. No sabía como empezar esa conversación. No creía que ninguna madre se hubiera enfrentado a esta situación. Finalmente, me atreví a comenzar, le expliqué mis sentimientos hacía él. Y acerca de la línea que estábamos a punto de cruzar. Le expliqué lo grave que era esta situación, lo que pasaría si alguien llegara a enterarse, y le dije que si tenia dudas era el momento de decirlas, y nunca más hablaríamos ni haríamos referencia a lo ocurrido entre nosotros. Que lo amaba, que era lo más importante para mi, y si esto paraba no pasaba nada por que siempre iba a estar a su lado. Mi hijo me miró a los ojos, mi corazón se detuvo y dijo:—Te quiero mamá y no quiero parar nunca— nos fundimos en un abrazo madre e hijo pero también de amantes. Cuando nos separamos y nos miramos yo ya no veía sólo a mi hijo, veía a mi amante.
Y sin ninguno de los dos pensarlo nos fuimos acercando hasta que nuestros labios se juntaron y nos besamos. Nuestras lenguas se buscaban, jugaban, intercambiábamos saliva, me acariciaba los pechos y yo él su cara.
Esa noche cada uno se fue dormir a su cama pensando en la nueva etapa que acababa de iniciar.
Al día siguiente yo ya había llegado de trabajar, mi hijo Pedro estaba en el instituto y mi marido no llegaría hasta las diez de la noche del trabajo. Sabiendo que estaría totalmente sola en casa decidí hacer la comida más tarde y subir a mi cuarto. Entré a mi habitación, en todo momento con mi hijo en la cabeza, me desnudé, me tumbé en la cama y con las piernas abiertas empecé a acariciarme. Empecé por mis tetas, me las tocaba y pellizcaba fantaseando con que era mi hijo, mi mano derecha fue bajando hasta mi entrepierna, empecé a acariciarme el monte de venus, fui bajando hasta mi clítoris y empecé a acariciármelo, en ese momento oí la puerta de casa abriéndose. Rápidamente me puse de pie, me puse un tanga, una bata y me la até.
Bajé al salón y me llevé una sorpresa al ver a mi hijo Pedro. Y ahí enfrente de mi hijo decidí que era el momento de darle acceso a mis pechos, me desaté la bata y la dejé caer completamente, dejando a Pedro ver el cuerpo semidesnudo de su madre. De repente me sentí avergonzada pero la mirada y la sonrisa de mi hijo hizo que mi sensación de vergüenza desapareciera y la felicidad ocupará su lugar.
Se acercó a mí y empezó a acariciar mis tetas, lo hacia con mucha delicadeza, tenía miedo a lastimarme, cerré los ojos y me preguntaba por que había esperado tres semanas para este momento. Cuando sentí los labios de mi hijo chupando mis tetas casi me desmayo de placer.
Al día siguiente el destino me preparaba otra sorpresa. Mientras estaba en el trabajo mi marido me llamó para decirme que tenía que viajar urgentemente a otra ciudad, que ese día no dormiría en casa pero que volvería al día siguiente. Inmediatamente le envíe un mensaje a mi hijo: ‘’Cariño, papá hoy no duerme en casa, yo llegaré a las 8, espérame en el salón…tengo una sorpresita para ti’’, acompañado de una foto de mi escote.
Al llegar a casa, grité en voz alta a Pedro que siguiera esperando en el salón, subí a mi habitación y me preparé para la sorpresa.
Entré al salón con un tanga blanco, medias de rejilla y tacones, sabía que le gustaría y no me equivocaba, él estaba desnudo y su polla al momento de verme su puso dura al instante.
Sin embargo, me confesó que se sentía un poco decepcionado, por que lo que deseaba era mirar mi coño, y rogándome me suplicó que me bajará el tanga. Y ¿Cómo podía resistirme?, le pedí que me lo bajara él.
Me invitó a sentarme en el sofá y me pidió que abriera mis piernas para él. Y aunque en mi mente me había estado preparando, todavía me asombraba lo erótico que era abrir las piernas delante de mi hijo.
Con mis piernas abiertas y mi coño expuesto, Pedro se acercó y empezó a introducir su lengua por mi coño, el mismo coño por el que él había salido años atrás. Sin previo aviso, empezó con su lengua a jugar con mi clítoris…mis labios…me comía el coño como todo un veterano!
Notaba lo mojaba que estaba por como sonaba mi coño a la comida de mi hijo.
Nos pusimos en la posición del 69, el arriba y yo abajo. Mientras el disfrutaba de mi coño, yo disfrutaba de su polla, entrando en mi boca, con mi lengua hacia círculos sobre su glande y el gemía, me la metía hasta el fondo, era un verdadero placer hacer una garganta profunda a mi hijo. Y demostrando nuestra química y complicidad ambos llegamos al orgasmo a la vez. La boca de mi hijo y el sofá se llenaron de mi flujo y mi boca se llenó de su semen, su leche calentita y espesa, sin pensarlo me la tragué toda.
Subimos a mi cuarto, Pedro se acostó en la cama y yo me puse de rodillas encima de su boca, dejándole comerme el coño a su placer. Volví a correrme y esta vez todo mi flujo cayó dentro de la boca de mi hijo, y mirándome a los ojos con el mayor erotismo y perversidad del mundo se lo tragó.
Me quité de encima de su boca y le besé, nuestros besos sabían a flujo y a semen. Pedro se separó, y me preguntó si podía frotar su polla con mi coño prometiendo no meterla.
Era increíble sentir la polla de mi hijo frotándose con mi coño, me sentía feliz y muy caliente, pero a la vez me sentía aterrada, todo lo que hacíamos tenia una justificación en mi mente, y además no había penetración, y en eso me excusaba para no llamar a lo nuestro incesto.
Pedro se corrió en mi barriga, se acostó a mi lado y me abrazó diciéndome que me quería.
Sin embargo, en ese momento solo una pregunta rondaba mi cabeza…
¿Hasta dónde llegaría todo esto?
No es fácil ser madre.
II
¿Permitir que mi hijo me folle? ¿O parar ahora que estamos a tiempo?
‘’No tengo que decidir ahora’’ me contesté a mi misma.
Durante semanas Pedro, mi hijo, y yo mantuvimos sesiones de sexo sin llegar a penetraciones. Él siempre estaba dispuesto para mí, y yo para él.
Llegó el verano y yo seguía sin decidir nada sobre mi hijo, cuando a David, mi esposo, se le ocurrió la idea de irnos de vacaciones. Buscamos por internet sitios para irnos a veranear y finalmente nos decidimos por un apartamento en frente de la playa en la costa de Mallorca.
El apartamento estaba enfrente de una de las playas más bonita que había visto en mi vida. Al llegar e instalarnos pensé que sería buena idea, así estaríamos los tres juntos y yo no tendría tentaciones con Pedro. A la mañana siguiente de llegar bajamos a la playa, encontramos un buen lugar para poner las toallas y sentarnos. Mi hijo y yo nos acariciábamos pero sin ningún interés sexual, caricias madre e hijo. Pero cuando mi marido dijo que se iba a tomar una siesta, se me ocurrió que podría pasar un rato a solas con Pedro.
Le dije a mi marido que Pedro y yo íbamos a explorar la playa y que volveríamos más tarde.
Yo iba con la parte de debajo de un bikini, y un top con el que se me marcaban los pezones, mi hijo iba con un bañador que le llegaba a las rodillas.
Estuvimos andando media hora cuando descubrimos a cien metros una roca enorme y esa parte de la playa totalmente vacía echamos a correr y llegamos a la parte trasera de la roca. Era la primera vez en dos días que mi hijo y yo estábamos a solas y no sabia cuando podría volver a tenerlo para mí. Nos miramos a los ojos y nos fundimos en un beso carnal madre e hijo. Sin embargo al momento oímos a personas acercarse y nos separamos. Pedro me cogió de la mano y preguntó: —¿Mamá cuando volveremos a jugar?— yo me limité a sonreírle y eché a caminar.
Lamentablemente durante la semana de vacaciones mi hijo y yo no tuvimos momentos a solas para disfrutar, ya fuera por mi marido o por personas y turistas. Pero el último día hubo un cambio. Mi hijo y yo estábamos en la pequeña parcela que nos correspondía por el apartamento, sentados disfrutando de la brisa marina, de la compañía y de una bebida refrescante. David, mi marido, estaba dentro viendo el fútbol.
Me di cuenta de que Pedro no dejaba de mirarme, me sentía observada, e imaginaba en que estarían enfocados sus pensamientos, en las tetas de mamá, en el culo de mamá y en el coñito de mamá. Noté un bulto en su pantalón, me acerqué a él y le susurré:
—Vamos a buscar un lugar donde podamos estar solo, te necesito cariño.
Subimos por una colina al lado de la playa. No se veían muchas personas por allí. Más allá había un pequeño bosque, sin ningún alma a la vista, era el lugar perfecto. Nos dirigimos hacia el bosque y una vez llegamos Pedro de inmediato comenzó a tocar las tetas de mamá, segundos después su mano izquierda se quedó en mis tetas y su mano derecho bajó a mi coñito que ya estaba mojado y caliente.
Se quitó los pantalones, me dio la vuelta contra un árbol y pegó mi culo contra él. Puso su polla entre mis muslos y empezó a frotarse. —Pobrecito quiere follarme— pensaba yo.
Al cabo de unos segundos se corrió en mi espalda.
Estaba a punto de ponerme de rodillas para empezar a mamar esa polla que me tenia loca pero oímos que alguien venia. Se trataba de un runner. Le pedí a Pedro que se fuera detrás del árbol he hiciera como estaba orinando. Cuando el runner pasó a nuestro lado nos miró y preguntó si estábamos bien, yo le respondí que sí, solamente mi hijo tenia ganas de orinar. El runner se fue alejando de mi sin saber que mi espalda estaba manchada del semen de mi hijo.
Ese mismo día por la noche Pedro y yo estábamos sentados juntos observando la puesta de sol mientras mi marido venia la televisión.
Yo en la tumbona sentada y mi hijo entre mis piernas sentado, abrazados y mirando la puesta de sol, me pareció un momento muy romántico que nunca pensé que tendría con mi hijo pero estaba sucediendo. En ese momento decidí que mi hijo me iba a penetrar.
Mientras íbamos en el coche camino a casa iba pensando en como mi hijo me follaria e hice listas mentales de todo lo que necesitaba para que nuestra primera vez fuera muy especial.
Lo primero que hice fue acudir al doctor para que me diera algún anticonceptivo, quería que mi hijo se corriera dentro del coño de su madre, pero no quería quedarme embarazada.
Pasaron semanas sin poder tener ningún oportunidad para nuestra primera veza hasta que el finde semana mi marido me dijo que tendría mucho trabajo ese finde en la oficina y teníamos que cancelar nuestros planes. Y eso me dio una idea, ese finde mi marido y yo íbamos a ir a la capital, a casa de mi hermana a que esta había tenido que irse con su marido a otro país por que estaba enfermo. Y me había propuesto ir a su casa con mi marido, visitar la ciudad y comer en los restaurantes de moda, pero no iría con mi marido, iría con mi hijo.
Dos días antes del viaje fui de compras para comprar lo que necesitaría. No quería que mi hijo olvidara nunca nuestra primera vez, y quería ponerme lo mas sexy que podía. Pensé en un conjunto de cuero pero eso asustaría a mi niño. Vi un conjunto de lenceria rosa y me pareció perfecto para la ocasión pero el color no me convencía. Seguí buscando hasta encontrar un conjunto, con una tanga negro, unas medias de rejilla, tacones, y un sujetador que dejaba al aire mitad de mi pecho y mis pezones, decidido era ese.
Por fin llegó el día del viaje, Pedro tenía muchas ganas pero no se imaginaba lo que le esperaba.
Tras un hora y media de viaje llegamos al piso de mi hermana. Tras entrar y cerrar la puerta, Pedro se abalanzó sobre mi y empezó a tocarme las tetas, acabábamos de llegar y mi pequeño ya estaba caliente. Y yo me moría de ganas de que me follara pero decidí esperar a la noche, y aunque no le gustó la idea tuvo que aceptarla.
Salimos a cenar, como una pareja de verdad, nos cogíamos de la mano, hacíamos bromas, dimos un paseo después de la cena cogidos de la mano y cada diez metros parábamos para besarnos. Volvimos al piso e inmediatamente se volvió a abalanzar hacía mi, pero me separé de él y le dije: —Cariño, déjame poner cómoda, te prometo que te gustara.
Fui a la habitación y me puse el conjunto que había comprado pero otra vez las dudas llenaron mi cabeza, ¿era lo correcto? ¿hago daño a mi hijo? ¿si se enterara algo que pasaría conmigo…y con mi hijo? No podía dejar de pensar que para la sociedad el incesto era algo prohibido.
Pero pensé: —A la mierda la sociedad, quiero a mi hijo y el me quiere a mí, es lo que importa. Salí de la habitación en busca de mi hermoso hijo.
Al llegar al salón los ojos de Pedro casi se salen de su sitio, me acerqué al reproductor música y le di play, empezó a sonar una canción que había puesto antes de salir a cenar.
Empecé a bailar para mi hijo, movía mi cuerpo al son de la música, acariciaba mi cuerpo de arriba abajo, le pedí a Pedro que se desnudara, y noté que le gustaba mi baila por que su polla ya estaba dura.
Pedro se acercó a mi, y le besé en la frente, después en la nariz, en los labios, el cuello, fui bajando con besos hasta llegar a su polla. Empecé a mamar la polla de mi hijo, mientras acariciaba sus testículos mi lengua disfrutaba de esa polla, me la metía hasta el fondo, la saboreaba, realmente la disfrutaba, y minutos después sin avisar empezaron a salir chorros de leche espesa y blanca. Toda estaba en mi boca, la abrí para que mi hijo viera su leche en la boca de mamá, cerré los ojos y mirándole a los ojos me la tragué.
—Ahora es mi turno cariño—le dije sentándome en un sillón y abriendo las piernas para mi hijo.
Pedro se había convertido en un verdadero experto comiendo el coño, sabia perfectamente que ritmo tenia que coger, donde lamer, era una maravilla sentir la lengua de mi hijo en mi coño. Poco rato después me corrí a chorros en la boca de mi hijo, y ni corto ni perezoso me mostró mi corrida en su boca y mirándome a los ojos se la tragó.
Vi que si polla volvía a estar firme. Había llegado el momento. Y mirándole a los ojos le dije:
—Cariño, folla a mamá.
Pedro acercó su polla a la entrada de mi coño y sin ningún tipo de suavidad o delicadeza me metió la polla hasta el fondo, ¡que primera embestida!, de mi boca salió una mezcla de grito y gemido.
Pedro no paraba de follarme, me embestía cada vez con más fuerza, yo gozaba como una puta.
Y una última embestida que me llegó al fondo me dio a entender que mi niño se había corrido dentro de mi coño, pero no quería desperdiciar su leche, así que le pedí que pusiera su mano debajo de mi coño y esperara a que su semen saliera, cuando salió me puse de rodillas como una autentica perra y mirando a los ojos a Pedro empecé a tomar su leche con mi lengua.
Esa noche probamos tantas posturas como podíamos, estuvimos follando hasta la madrugada.
Al día siguiente me desperté al lado de mi hijo desnudo, para despertarlo le empecé a mamar la polla, muy suavemente, le lamia los huevos, y seguí por ese camino hasta llegar a su ano…mi lengua empezó a jugar con su agujero mientras mi mano subía y bajaba lentamente por su polla y mi hijo se despertaba entre gemidos. Quería probar algo nuevo, así que volví a introducirme su rica polla en mi boca, y un dedo juguetón empezó a jugar con su culo, hasta que lo metí en ese momento una mezcla de grito y gemido salió de la boca de mi hijo y un gran chorro de semen cayó sobre mi cara.
Horas después nos preparamos para volver a casa, y abandonamos aquel maravilloso lugar que se había convertido en nuestro nido de amor donde follamos por primera vez. Una vez llegamos a casa, mi marido seguía en la oficina, yo me senté en el sofá y Pedro salió a jugar futbol con un amigo.
Mi móvil sonó, era un mensaje de Alicia, mi hermana.
El mensaje decía:—Que cojones has hecho en mi casa, enferma de mierda— acompañada con un video que grababa un pantalla donde había una cámara de seguridad en el salón de la casa de mi hermana, y en el video aparecíamos mi hijo y yo follando como animales.
Al momento llegó otro mensaje:—en una semana vuelvo a mi ciudad, si no quieres que hable con la policía ve a mi casa, tenemos que hablar.
III
Mi hermana tenía pruebas.
Dos años atrás, unos ladrones habían entrado a casa de mi hermana y habían robado, dejando a mi hermana con el miedo dentro del cuerpo, y por esta razón decidió contratar una empresa de seguridad que le instaló entre otras cosas una cámara de seguridad de la cual yo desconocía su existencia.
Aquél mensaje recibido de mi hermana me heló la sangre, esto había llegado demasiado lejos, todo se desmoronaba. Durante las dos siguientes semanas no era capaz casi ni de hablar o mirar a los ojos a mi hijo Pedro. No sentía vergüenza, sentía miedo de lo que podría pasar, el lo notaba y cada día me preguntaba si estaba bien, yo me limitaba a responderle con un escueto —Sí.
Sabía que extrañaba a su madre, acariciarla, besarla, chuparla, follarla, lo sé por que yo también le extrañaba, pero no podía dejar de sentirme en todo momento observada. Cada vez que me llegaba un mensaje me asustaba, cada vez que a mi marido le llegaba un mensaje se me erizaba la piel.
Finalmente llegó el día que tendría que hablar con mi hermana. Era un sábado bastante soleado, me preparé para salir, y antes de coger el coche, Pedro me preguntó que a donde iría, yo le respondí que tenía una cita importante y le di un beso en la frente. Me subí al coche y emprendí el viaje hacía la capital. Durante el trayecto pensaba en que me diría mi hermana, era la mayor, se acercaba a los sesenta años, no tenía hijos y su esposo era un gran devoto del cristianismo al igual que ella. Iba imaginando posibles preguntas y mis posibles respuestas para evitar que nos delatara a mi hijo y a mí.
Llegué a su casa, y ella me abrió. Llevaba sin verla desde su marido enfermó, tal vez siete años o incluso más. Pensaba que habría envejecido, pero para nada, mantenía su cintura. Entre ella y yo, ella siempre fue la más atractiva y así seguía siendo.
Al entrar ni siquiera me saludó, se limitó a invitarme a sentar en el salón. Fue a la cocina y trajo limonada. Se sentó en el sillón en el que semanas atrás yo había sido follada por mi hijo.
—¿Qué se te pasa por la cabeza para mantener relaciones sexuales con tu hijo, Carolina?— dijo en un tono bastante suave.
—No lo sé Alicia…simplemente pasó. Yo no lo busqué…él tampoco…solo surgió—respondí yo sin levantar la mirada del suelo.
Le conté desde el principio todo lo que pasó, desde aquella cena, descubrir que mi hijo fantaseaba conmigo, hasta la noche en la que follamos por primera vez en su casa.
Ella por su parte no decía nada, solo escuchaba.
De un momento a otro se levantó del sillón, se acercó a la ventana, miró el paisaje del centro de Madrid y dijo:
—Hermana…hace mucho tiempo no me siento deseada. Desde que mi marido enfermó no he tenido sexo con nadie, mi vida desde hace once años se ha basado en cuidar a mi marido, y durante todo este tiempo le he sido fiel, créeme. El día que revise la cámara de seguridad, me sentí asqueada por un momento…pero después sentí como mi cuerpo se calentaba, hacía mucho que nada me calentaba. Y te envíe aquel mensaje. Sin embargo, al día siguiente mi marido falleció. Y me di cuenta de algo: la vida es muy corta, y hay que disfrutar, pero lo tuyo no es sano Carolina. Sin embargo me gustaría pedirte algo, se que no debería…pero no he dejado de pensar en ello. ¿Dejarías que tu hijo me follara?.
Mis ojos se abrieron como platos, no podía creerme lo que mi hermana me estaba pidiendo, mi hermana la puritana quería follar con su sobrino.
—No lo sé Alicia, podría insinuarlo o preguntárselo directamente, pero no sé cual será su respuesta—conociendo a mi hijo seguro que le gustaría la idea, pero no estaba segura si a mi me gustaría.
—Habla con él, pregúntaselo, convéncelo. Y si acepta, la semana que viene podéis pasar el fin de semana aquí.
Me despedí con un abrazo de mi hermana y cogí el coche de vuelta a mi casa, seguía sin creer lo que mi hermana me había pedido.
Llegando a casa tomé una decisión. Aunque quería a mi hijo, lo amaba como hijo y como hombre, esta aventura debía parar. Hoy era mi hermana pero mañana podría ser cualquier otra persona, y esa persona podría destruirme la vida, y no podía permitirlo, por mí, por mi hijo, por mi marido y por nuestra familia.
Llegué a mi casa, por suerte mi marido no estaba. Subí a la habitación de mi hijo, y allí estaba él, escuchando música y mirando al techo. Me senté a su lado, le miré a los ojos y le dije:
—Cariño…sabes que me encantas, te amo, eres mi hombre pero esto no está bien y tenemos que parar.
A Pedro los ojos se le llenaron de agua y preguntó:—¿pero…por qué?.
—Tu tía después de que asaltaran su casa puso una cámara de seguridad, y esa cámara nos grabó a ti y a mi dándonos amor. Tu tía no dirá nada, pero hoy ha sido tu tía y mañana podría ser tu padre, y el no nos perdonaría. Espero que lo entiendas hijo mío.
Pedro me abrazó y sollozando dijo:—Mamá, no quiero que esto termine.
—Cariño, la decisión está tomada. Lo siento.
Pedro me miraba con cara de corderito degollado.
—Pero tengo una sorpresa para ti, tu tía vio el hombre en el que te has convertido y me preguntó si te gustaría jugar con ella.
Pedro se quedó callado, y tras unos segundos respondió: —Pero yo solo quiero contigo mamá, con nadie más solo contigo.
En aquél momento pensé: ‘’Mi hermana no aceptara un no por respuesta, la conozco de toda la vida y se que es capaz de vengarse, y Pedro quiere estar conmigo…’’
—Hijo…¿y si jugamos los tres juntos?.
Pedro se quedó pensativo y tras dos minutos de reflexión respondió con un sí.
Pero le advertí: —Será la última vez que lo hagamos.
Llamé a mi hermana y le dije:–Pedro dice que sí pero con una condición, tengo que estar yo y participar, aceptas o no.
Yo pensaba que mi hermana dudaría en tener relaciones sexuales con su sobrino y su hermana, pero no se pensó ni un segundo la respuesta.
—Si, el viernes de la próxima semana, ponte guapa hermanita, a ver cual de las dos zorras calienta más a mi sobrino.
Escuchar esas palabras salir de la boca de mi hermana me puso muy cachonda. Tanto que sentí como mi coño mojaba mi tanga. Tenia unas ganas enormes de volver al cuarto de Pedro, bajarla los pantalones y comerme de nuevo esa polla, que me follara la garganta hasta salirme lagrimas, que me pusiera contra la pared, me bajara el tanga y se comiera el coño de la puta de su madre, pero tenía que controlarme. Ya le había dicho a mi hijo que solo lo haríamos una vez más y con mi hermana, no podía falta a mi propia palabra, no quería confundirle. Así que sacando fuerzas de flaqueza me aguanté el calentón y seguí con mi vida normal.
Durante esa semana la relación entre mi hijo y yo mejoró bastante, nos abrazábamos, nos dábamos besos de madre e hijo, sin ninguna connotación sexual, después de unos meses volvía todo a la normalidad.
Sin embargo, estaba decidida a llevar a cabo nuestros planes para ese fin de semana, mi hermana, mi hijo y yo, desnudos, y gozando de nuestros cuerpos. Y ante el reto de mi hermana salí de compras para demostrarle que mi hijo siempre me iba a preferir a mí.
Fui al mejor centro comercial que conocía, a media hora de mi casa, allí entré a la tienda más erótica que había. Trajes, tangas comestibles, dildos, plugs anales, bolas chinas, esposas, y un sinfín de juguetes sexuales. Estaba decidida a ser la mujer más zorra sobre la faz de la tierra y estaba en el sitio adecuado.
El primer conjunto que me probé era un conjunto de encaje blanco con el que se transparentaba todo, mis tetas y mi coño. Sinembargo el color no me convencía. El siguiente fue un body negro con bragas transparentes y una apertura justo en la raja de mi coño, favoreciendo así la penetración sin tener que desnudarme totalmente, pero tampoco me convencía. El último que me probé era un picardías negro, mis tetas se transparentaban totalmente, y mi abdomen aunque se transparentaba tenia flores cosidas, junto a unas braguitas negras. Este fue el elegido, sabía que mi hijo se volvería loco.
Y sabiendo que iba a ser la última vez que pudiera follar con mi hijo decidí comprarme un gran consolador, así cuando echara de menos a mi hijo podría correrme en su honor.
El día llegó, se notaba que Pedro tenía ganas, para que mentir, yo también. Nos subimos al coche y emprendimos nuestro viaje. Durante el trayecto yo me fui calentando pensando en follar con mi hermana y mi hijo. Mientras conducía y sumida en mis pensamientos sentí la mano de mi hijo entrando por mi pantalón y llegando a mi coño. Como pude mantuve la calma.
—Sabía que estarías mojada—dijo Pedro con una sonrisa picarona.
Le pedí que parara, que nos estrellariamos, pero él no paraba y seguía metiendo sus dedos en mi coño, cada vez más rápido y fuerte, y cada vez más al fondo. Tuve que parar en medio de la carretera y dejar que Pedro me hiciera los dedos que quisiera. Mientras el seguía follandome con sus dedos yo me apretaba las tetas y pellizcaba mis pezones hasta que sentí como mi coño se contraía y una sensación de subidón recorría todo mi cuerpo. Casi había olvidado lo que era que mi hijo me follara.
Una vez me hube corrido. Emprendí nuevamente nuestro trayecto. Llegamos sobre las ocho de la tarde a casa de mi hermana. Mi hermana y mi hijo se saludaron normal, dejamos las cosas y salimos los tres a cenar. Mientras cenábamos, mi hermana y yo tomábamos vino y poco a poco fui emborrachándome al igual que mi hermana. En un momento dado mi hermana se levantó y se dirigió al baño. Yo por debajo de la mesa acerca mi pie a la polla de Pedro, me encantaba estar tocando la polla de mi hijo en un sitio tan público. Mi hermana volvió del baño. Venía con el puño derecho cerrado. Cuando se sentó cogió la mano de Pedro y abrió la mano sobre su palma dejando caer sus bragas.
—Huelelos seguro que te gustará—dijo la guarra de mi hermana.
Mi hijo los olió y pude notar con mi pie como su polla se ponía dura como una piedra. Me hervía la sangre, ¡sentía celos de mi propia hermana!
Al llegar a casa, le pedí a Pedro que nos esperara en salón por que íbamos a ponernos cómodas.
Mi hermana y yo juntas nos dirigimos a la única habitación del piso. Y sin vergüenza alguna nos desnudamos y nos empezamos a vestir para mi hijo. Me veía realmente sexy con el picardías, y así lo reconoció mi hermana. Cuando giré mi vista hacía ella me quedé embobada. Llevaba un corsé rojo precioso con el que se le podía ver muy bien las tetas. Eso sumado a su fabuloso cabello rubio y sus preciosos ojos azules me hacía darme cuenta de que esta batalla la había perdido yo. Antes de salir la cogí de la mano y le dije:
—¿Estás segura de esto?
—Si hermanita.
—En ese caso creo que antes de darle estas sorpresas a Pedro deberíamos probarnos entre tu y yo…para que ahí fuera no sea tan violento o incómodo.
Me fui acercando hacia mi hermana. La empecé a acariciar los brazos, después su espalda bajando hasta su culo. Mi hermana me respondió apretando mi culo con una mano y una teta con otra mano. Empezamos a besarnos mientras nos acariciábamos. Tendríamos que llevar un buen rato besándonos por que mi hijo desde el salón nos preguntó si todo iba bien. Mi hermana y yo nos separamos riéndonos y salimos hacia el salón. Mi hijo estaba sentado en el sillón, solo se había dejado la ropa interior, y al vernos notamos como su polla crecía. Mi hermana y yo nos sonreímos.
Nos pusimos de rodillas, y gateando nos fuimos acercando poco a poco a mi hijo al llegar yo le quité la ropa interior, y por fin, después de muchos días volví a ver la polla de mi hijo, mi hermana miraba fijamente esa polla. Su mano se posó sobre mi culo, y mi mano empezó a acariciar su coño por encima del tanga, y juntas empezamos a chupar la polla de mi hijo, nos intercambiábamos los papeles, mientras ella le pajeaba y se encargaba del tronco, yo le lamía los huevos y con un dedo presionaba en su culo. Escuchar a mi hijo gemir era la mejor poseía que podría escuchar. Luego yo me encargué de pajearle y le chupaba el tronco y el glande, y mi hermana le lamía los huevos mientras empezaba a introducirle un dedo por su culo. Mientras tanto con las manos que teníamos libres mi hermana y yo nos estábamos masturbando la una a la otra. Mi coño estaba muy mojado pero el de mi hermana era una cascada de flujo.
Tras unos minutos trabajándole la polla, los huevos y el culo a mi hijo, nos avisó que no aguantaba más. Mi hermana pidió el honor de chuparla la polla y recibir su corrida en la boca y ¿y cómo no iba a permitírselo?. Mientras yo lamia sus huevos, metí mi dedo hasta el fondo de su culo y sentí la contracción que indicaba la salida de su leche. Empezó a correrse y mi hermana no paraba de chupársela, hasta que salió el último chorro, mi hermana con cara de placer, me cogió la cara y empezó a besarme con la leche de mi hijo. Que rica sabia, y encima que estuviera en medio de los besos húmedos de mi hermana y yo era una situación muy excitante.
Me levanté y les dije:—Esto aún no ha acabado.
Y moviéndome con sensualidad me fui desnudando hasta quedar totalmente desnuda. Mi hermana se levantó e hizo lo mismo. Mi hijo seguía sentado y alucinando del espectáculo que su madre y su tía le estaban ofreciendo.
—Creo que tendremos que darle más espectáculo para que esa polla vuelva a estar firme—dijo mi hermana.
Empezamos a besarnos, me empujó y caí sobre el sofá, se acercó y empezó a comerme el coño, no sabía que mi hermana sabía comer el coño tan bien, yo lo disfrutaba muchísimo. Introducía su dedos en mi coño y mi culo a la vez que succionaba mi clítoris, al poco rato llegué al orgasmo dejando la boca y la cara de mi hermana llena de flujo.
Yo también quería comer coño, así que me levanté, la cogí del pelo y la tiré a al sofá, y empecé a comerle el coño, no estaba nada depilado, pero el olor de su flujo y el sudor propio del vello era un aroma muy placentero, y abriéndome paso con mis dedos por sus pelos empecé a comerle el coño, que sabor tenía… era delicioso. Mi hijo se levantó del sillón y se puso detrás de mi, y noté su lengua introduciéndose en mi culo, hasta el fondo, por suerte me había hecho un lavado a fondo. Disfrutaba mucho del beso negro que mi hijo me estaba brindando, yo seguía concentrada en el coño de mi hermana. De un momento a otro, Pedro se separó de mi culo, y me metió su polla por el culo sin ningún tipo de delicadeza, durante dos segundos me enfadé muchísimo, debería haberme preguntado, pero cuando empezó a follarme mi enfadó se disipó, me sentía tan sucia, me sentía la zorra de mi hijo, y empecé a pedirle que lo hiciera más fuerte, el obedeció. Me estaba follando el culo sin compasión y yo disfrutaba de aquél dolor. El interior del coño de mi hermana empezó a contraerse, y soltó un pequeño chorro de flujo muy espeso, con un sabor bastante fuerte pero delicioso. Mi hijo seguía follando mi culo, y dos últimas embestidas me indicaron que se había corrido dentro de mi culo. Mi hermana se levantó y me pidió que me sentará en su cara, con mi culo apuntando a su boca, y así lo hice. Tras unos segundos de mi culo salió el semen espeso de mi hijo y cayó en la boca de mi hermana que no se lo pensó y se lo tragó.
—Yo también quiero que me folles Pedro—dijo mientras se ponía de pie.
Nos cogió a ambos de las manos y nos dirigió a su habitación. Ordenó que mi hijo se acostará boca arriba, y empezó a chuparle la polla. Yo me puse de rodillas en la cara de mi hijo y empezó a comerme el coño. Una vez la polla de mi hijo estuvo firme de nuevo, mi hermana puso encima, y fue bajando poco a poco introduciéndose su polla.
Empezó a cabalgar la polla de mi hijo mientras gritaba y gemía de placer. Yo también. Me giré para ver mejor a mi hermana y allí estaba ella, meneándose sobre la polla su polla, mientras sus tetas brotaban. Yo gemía al sentir como la lengua de mi hijo rebuscaba dentro de mi coño. Empecé a besar a mi hermana mientras Pedro la follaba y a mi me comía el coño, tras un rato envueltos en un trio incestuoso mi hijo se corrió dentro del coño de mi hermana, yo me corrí en la boca de pedro y mi hermana se corrió encima de su polla y su cintura. Nunca imaginé esta compenetración entre los tres. Llegamos juntos al orgasmo, fue increíble.
Nos retiramos de encima de mi hijo, y nos fuimos durmiendo poco a poco mientras nos acariciábamos.
A la mañana siguiente nos duchamos. Y Pedro y yo iniciamos el viaje de retorno a casa.
Y de esa manera tan especial la relación carnal entre mi hijo y yo terminó…
¿o no?....
no dejaras de sorprenderme papi uffffff que relato muuask
ResponderEliminares muy exitamte y caliente
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